Juan José JORDAN De Vivero - Raúl RIBOTY Villalpando al egresar de nuestra Alma Mater |
SEMBLANZA
DE UNA PROMOCION Ya han pasado cinco años desde aquel día en que traspasamos por primera vez los umbrales de nuestra querida Alma Mater. Fueron años de
sacrificio y constante superación, aprendimos a ser pacientes y a
respetar tanto a nuestros
superiores como a nuestros subalternos. Recuerdo
aquel 4 de Marzo de 1984, aún con tenida civil nos despedimos de nuestros
familiares y amigos, dando cara a nueva vida: La Militar. El año de Aspirantes será quizás el que más recordaremos, fue el paso de la vida civil a la vida naval, aprendiendo todos los días a valernos por nosotros mismos. El
tiempo siguió su curso y luego de otro año de estudios viene el ansiado
Crucero de Instrucción al Extranjero; Viña del Mar, Buenos Aires, Río
de Janeiro, etc., tuvimos la oportunidad de conocer otras culturas y
formas de vida. Sin
embargo los largos días de navegación con sus diversos ejercicios e
instrumentos en alta mar, marcaría una huella indeleble en los bisoños
lobos de mar. El
tercer año, tiene características propias. Llegamos a conocer la Escuela
a profundidad. Es el año de la “permanencia”. Fines de semanas
incluidos, lo cual tiene sus ventajas, porque tuvimos la oportunidad de
degustar las exquisiteces de la Cocina de Cadetes. Y
luego de cuatro años de esfuerzo y dedicación, llega el ansiado cuarto año
donde nos iniciamos en el secreto del don de mando, guiando y conduciendo
a los Cadetes de años inferiores, ardua tarea que
se debe cumplir ante todo con el ejemplo superando cualquier
situación imprevista. De
pronto y ante nuestra sorpresa, nos vemos ensayanado para la Graduación. Son
cinco años que se recuerdan con melancolía, pero ahora estamos seguros
que no pasaron en vano y son el sólido sustento de nuestra realización
como persona y como Oficiales de una Gloriosa Institución: LA MARINA DE
GUERRA DEL PERU. |